miércoles, 29 de junio de 2016

¿Qué hago si alguien se enoja conmigo?

“Estaba furioso, y supongo que quería golpearme porque soy bajito. Retrocediendo le dije: ‘¡Espera un segundo! ¡Un momento! ¡Un momento! ¿Por qué quieres pegarme? No te he hecho nada. Ni siquiera sé por qué estás tan enfadado. ¿Podemos hablarlo?’.”—David, de 16 años.
¿HAS sido alguna vez el blanco de la ira de un matón? La Biblia predijo que la sociedad actual sería ‘feroz, sin amor del bien’ (2 Timoteo 3:3). Y aunque te hayas esforzado al máximo por no tener “compañerismo con nadie dado a la cólera [y a los] arrebatos de furia”, en ocasiones, tal vez sea imposible eludir el enojo de alguien (Proverbios 22:24). ¿Cómo debes reaccionar cuando te encuentres ante tal situación?
Qué hacer
Hoy en día, muchos jóvenes reaccionan poniéndose furiosos. Pero eso solo empeora las cosas. Además, al perder el autodominio, se rebajan al mismo nivel del que está enojado.Proverbios 26:4 dice: “No respondas a nadie estúpido conforme a su tontedad, para que no llegues a ser tú mismo también igual a él”. Jeremy aprendió por las malas la veracidad de estas palabras. A continuación relata lo que sucedió cierto día en que estaba sentado a una mesa del comedor de la escuela: “Había un grupo de chicos que siempre estaban riéndose los unos de los otros y de los demás. Solían meterse conmigo, aunque yo casi nunca les hacía caso. Pero, en aquella ocasión, uno de ellos empezó a hablar de mi madre, y entonces perdí el control y me lancé sobre él hecho una fiera”. ¿Con qué resultado? “Me dio una buena paliza”, comenta.
La Biblia ofrece este sabio consejo: “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera” (Proverbios 15:1). Así es, replicar con palabras que ‘causen dolor’ solo agrava la situación. Sin embargo, en ocasiones, la respuesta apacible puede calmar al agresor y disipar la tensión.
¿Te acuerdas de David, mencionado al principio? Logró que aquel muchacho le contara por qué estaba enfadado. Resultó que, como alguien le había robado su almuerzo, quería desahogar su frustración con el primero que se topase. “Pegándome no vas a recuperar tu comida”, le dijo; y después le sugirió que fueran juntos a la cafetería. “Como yo conocía a la dependienta —recuerda—, le conseguí otro almuerzo. Me estrechó la mano, y desde entonces mantuvimos una relación cordial.” ¿Te das cuenta del gran efecto que a veces causa una respuesta sosegada? Como dice el proverbio: “Una lengua apacible misma puede quebrar un hueso” (Proverbios 25:15).
¿Señal de debilidad, o de fortaleza?
Por supuesto, la idea de ser de “lengua apacible” pudiera no resultar atrayente. Tal vez parezca más varonil pagar con la misma moneda. Por tal razón, quizá hasta temas comportarte con apacibilidad por si otras personas piensan que eres un cobarde. Pero ¿qué implica exactamente ser apacible? Según una obra de referencia, implica ser dócil. No obstante, la misma fuente añade: “Tras esa docilidad está la fuerza del acero”. De modo que, no es ni mucho menos una muestra de debilidad, sino todo lo contrario: una señal de fortaleza. ¿Por qué?
Mientras que la persona apacible demuestra autodominio y no se altera fácilmente, quien carece de esta cualidad da la impresión de sentirse inseguro, frustrado e incluso desesperado. Además, es incapaz de contenerse y de controlar sus emociones, por lo que es probable que se meta en problemas vez tras vez. En efecto, “como una ciudad en que se ha hecho irrupción, que no tiene muro, es el hombre que no tiene freno para su espíritu” (Proverbios 25:28). Así pues, en realidad es la persona mansa la que es fuerte.
Ejemplos bíblicos de apacibilidad
Piensa en el caso de Jesucristo, quien dijo de sí mismo que era “de genio apacible y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Nunca fue duro ni irrazonable ni devolvió mal por mal. De hecho, el apóstol Pedro, amigo íntimo suyo, dijo respecto a él: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:23). Ahora bien, recuerda que en cierta ocasión Jesús “entró en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban” (Mateo 21:12). Y de haber necesitado el respaldo divino, podría haber apelado a “más de doce legiones de ángeles” (Mateo 26:53). Desde luego no era de carácter débil.
Fíjate también en cómo actuó el juez Gedeón, según se recoge en el libro bíblico deJueces, capítulo 8, versículos 1 a 3. Tras una gran victoria militar, algunos soldados de la tribu de Efraín se ofendieron porque no se les había dado la oportunidad de participar en la gloriosa batalla. “¿Qué clase de cosa es esta que nos has hecho, de no llamarnos cuando fuiste a pelear contra Madián? —le preguntaron desafiantes—. Y vehementemente trataron de armar riña con él.” Puesto que Gedeón era “valiente y poderoso”, bien pudo haber reaccionado de forma violenta ante su provocación (Jueces 6:12). Sin embargo, les dio una respuesta apacible y humilde que los desarmó por completo. “¿Pues qué he hecho yo en comparación con ustedes?”, les preguntó. De modo que “el espíritu de ellos se calmó para con él”.
Por último, reflexiona en el ejemplo bíblico de Abigail. Aunque David era un fugitivo que se escondía de su enemigo Saúl, el rey de Israel, y se hallaba en el exilio junto con sus hombres, a menudo protegió a sus hermanos israelitas. Uno de los que recibieron tal ayuda fue el acaudalado esposo de Abigail, Nabal, pese a ser “áspero y malo en sus prácticas”. Cuando los soldados de David necesitaron alimento, se lo pidieron. Pero este, en vez de agradecerles la protección que le habían prestado, “les gritó reprensiones” y los envió con las manos vacías (1 Samuel 25:2-11, 14).
Al enterarse de lo que había pasado, David se enfadó y ordenó a sus hombres: “¡Cíñase cada uno su espada!”. Cuando iban en busca de Nabal para darle muerte a él y a todos los varones inocentes de su casa, Abigail se presentó ante David con alimento y bebida abundante. Se disculpó por el comportamiento inexcusable de su esposo y le suplicó que no derramara sangre inocente (1 Samuel 25:13, 18-31).
Los humildes ruegos de esta mujer aplacaron la ira de David. De hecho, le hicieron darse cuenta de lo peligrosa que había llegado a ser su furia. Por eso dijo: “¡Bendito sea Jehová el Dios de Israel, que te ha enviado este día a mi encuentro! Y bendita sea tu sensatez, y bendita seas tú que me has restringido este día de entrar en culpa de sangre y de hacer que mi propia mano venga en mi salvación” (1 Samuel 25:32-35). Así es, en muchos casos, una ‘respuesta apacible aparta la furia’. Ahora bien, ¿qué puedes hacer si tus palabras no surten efecto?
“Retírate”
La Biblia indica que “donde no hay leña, se apaga el fuego”, y también aconseja: “Antes que haya estallado la riña, retírate”. Así pues, ¿por qué no evitas que la situación se ponga más tensa, marchándote sin más? (Proverbios 17:14; 26:20.) “Un chico popular de la escuela me abordó y me dijo que era guapa —relata Merissa, una joven de 17 años—. Enseguida se me acercó su novia hecha una furia con la intención de golpearme porque, según ella, estaba flirteando con su novio. Intenté explicarle lo que había sucedido, pero no me escuchó. Después de clase regresó con otras chicas en busca de pelea. Así que llamé inmediatamente al guarda de seguridad y, con él delante, le expliqué que no me gustan las peleas, y que además fue su novio el que se acercó a mí. Entonces me marché.” Merissa no se dejó llevar por sus emociones; y no solo evitó la pelea, sino que tomó medidas para protegerse. Como señala Proverbios 17:27, “cualquiera que retiene sus dichos posee conocimiento, y un hombre de discernimiento es sereno de espíritu”.
¿Y si resulta que has provocado el enfado de alguien, quizás sin querer? Discúlpate al instante. Tal vez baste con eso para calmarlo. Vivimos en una época de muchas presiones, por lo que un gran número de personas se enojan con facilidad. Pero si aplicas los principios bíblicos en tu relación con los demás, es probable que no te conviertas en el blanco de su ira.

lunes, 27 de junio de 2016

¿Qué significa perdonar?

Dos mujeres abrazándose

La respuesta que da la Biblia


Perdonar significa disculpar a alguien que nos ha ofendido o no tener en cuenta su falta. En la Biblia, la palabra griega que se traduce “perdonar” significa literalmente “dejar pasar”, como cuando una persona deja de exigir que se le pague una deuda. Jesús usó esta comparación al enseñar a sus discípulos a orar: “Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe” (Lucas 11:4). De igual manera, en la parábola del esclavo que no mostró misericordia, Jesús explicó que el perdón es como la cancelación de una deuda (Mateo 18:23-35).
Perdonamos a otros cuando dejamos de guardar resentimiento y no insistimos en pedir una compensación por el daño que nos hayan hecho o por la pérdida que hayamos podido sufrir. La Biblia enseña que el perdón se basa en el amor sincero, ya que el amor “no lleva cuenta del daño” (1 Corintios 13:4, 5).

Perdonar no significa:

  • Aprobar la ofensa. La Biblia condena a quienes consideran una mala acción como aceptable o inofensiva (Isaías 5:20).
  • Actuar como si la persona no hubiera cometido la ofensa. Dios le perdonó al rey David sus graves pecados, pero no lo libró de las consecuencias. Además, Dios hizo que los pecados de David se pusieran por escrito para que se conocieran en la actualidad (2 Samuel 12:9-13).
  • Dejar que los demás se aprovechen de uno. Supongamos que le prestamos dinero a alguien. Pero él lo malgasta, así que no puede devolverlo como se había comprometido a hacer. Él se siente mal y nos pide perdón. Nosotros podríamos decidir perdonarlo, es decir, no guardarle resentimiento ni echarle en cara continuamente lo que ha hecho. Quizás hasta pudiéramos cancelarle la deuda por completo. Sin embargo, eso no significa que tenemos que estar dispuestos a prestarle más dinero en el futuro (Salmo 37:21; Proverbios 14:15; 22:3; Gálatas 6:7).
  • Disculpar sin una base válida. Dios no perdona a los que cometen un pecado a propósito y con malicia, se niegan a reconocer su falta, no quieren rectificar lo que han hecho o no están dispuestos a pedir perdón a quienes causaron daño (Proverbios 28:13; Hechos 26:20; Hebreos 10:26). Estas personas que no se arrepienten se convierten en enemigos de Dios. Y él no espera que perdonemos a los que él mismo no ha perdonado (Salmo 139:21, 22).
    Pero ¿qué ocurre si alguien nos trata de forma cruel y se niega a disculparse o ni siquiera reconoce su error? La Biblia dice: “¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira!” (Salmo 37:8Nueva Traducción Viviente). Aunque no aprobemos lo que nos hayan hecho, no permitamos que nos consuma la ira. Más bien, tengamos confianza en que Dios hará que se haga justicia (Hebreos 10:30, 31). Además, nos consuela saber que él pronto hará posible que desaparezcan por completo las heridas emocionales que ahora nos causan tanto dolor (Isaías 65:17;Revelación [Apocalipsis] 21:4).
  • “Perdonar” todo lo que nos haya parecido una ofensa.A veces, en vez de tener que perdonar un supuesto desprecio, lo que en realidad necesitamos es reconocer que no tenemos ninguna razón válida para estar ofendidos. La Biblia menciona: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos” (Eclesiastés 7:9).

Qué nos puede ayudar a perdonar:

  1. Recordar qué implica el perdón. No significa que consideramos que está bien lo que sucedió ni que nunca pasó. Sencillamente lo pasamos por alto.
  2. Pensemos en los beneficios de perdonar. Dejar de sentirnos enojados o de guardar rencor nos ayudará a estar más calmados, mejorará nuestra salud y nos permitirá ser más felices (Proverbios 14:30; Mateo 5:9). Y, lo que es más importante, perdonar a los demás es imprescindible para que Dios perdone nuestros pecados (Mateo 6:14, 15).
  3. Seamos comprensivos. Todos somos imperfectos (Santiago 3:2). Puesto que deseamos que los demás perdonen nuestros errores, nosotros también debemos perdonar los suyos (Mateo 7:12).
  4. Seamos razonables. Si el error es de poca importancia, tenemos que poner en práctica el siguiente consejo de la Biblia: “Continúen soportándose unos a otros” (Colosenses 3:13).
  5. Actuemos de inmediato. Esforcémonos por perdonar enseguida en vez de dejar que se intensifique la ira (Efesios 4:26, 27).

jueves, 23 de junio de 2016

¿Tienen que guardar un día de descanso semanal los cristianos?

La respuesta que da la Biblia

Los cristianos no están obligados a observar el sábado o un día de descanso semanal. Ellos están bajo “la ley del Cristo”, una ley que no obliga a guardar el sábado (Gálatas 6:2; Colosenses 2:16, 17). ¿Cómo lo sabemos? Primero veamos cuál es el origen de esta costumbre religiosa.

¿Qué es el sábado o sabbat?

La palabra sábado proviene de un término hebreo que significa “descansar, cesar”. Esta palabra aparece por primera vez en la Biblia en los mandamientos que se dieron a la antigua nación de Israel (Éxodo 16:23). Por ejemplo, el cuarto de los Diez Mandamientos decía: “Acordándote del día del sábado para tenerlo sagrado, seis días has de prestar servicio y tienes que hacer todo tu trabajo. Pero el séptimo día es un sábado a Jehová tu Dios. No debes hacer ningún trabajo” (Éxodo 20:8-10). El día semanal de descanso empezaba al ponerse el Sol el viernes y terminaba al ponerse el Sol el sábado. Ese día nadie podía salir de su ciudad, encender un fuego, recoger leña o llevar alguna carga (Éxodo 16:29; 35:3; Números 15:32-36; Jeremías 17:21). Si alguien no guardaba el sábado, se le castigaba con la muerte (Éxodo 31:15).
También se consideraban sábados otros días del calendario judío, el año séptimo y el año quincuagésimo, es decir, el cincuenta. En estos años sabáticos, no se podía cultivar la tierra y los israelitas quedaban libres de deudas (Levítico 16:29-31; 23:6, 7, 32; 25:4, 11-14;Deuteronomio 15:1-3).
Jesús en el madero de tormento
El sacrificio de Jesús canceló la ley del sábado

¿Por qué no están obligados a cumplir la ley del sábado los cristianos?

Solo tenían que guardar el sábado las personas que estaban obligadas a cumplir con todo lo que incluía la ley que Dios le dio a Moisés (Deuteronomio 5:2, 3;Ezequiel 20:10-12). Dios nunca pidió a los demás que lo hicieran. Además, gracias al sacrificio de Jesús, ya nadie —ni siquiera el pueblo judío— está obligado a cumplir la Ley de Moisés, que incluye los Diez Mandamientos (Romanos 7:6, 7; 10:4; Gálatas 3:24, 25; Efesios 2:15). En vez de estar bajo la Ley de Moisés, los cristianos están sujetos a una ley superior, la del amor (Romanos 13:9, 10; Hebreos 8:13).

Conceptos erróneos sobre la ley del sábado

Lo que algunos creen: Dios mandó que se observara el sábado cuando descansó al séptimo día.
La verdad: La Biblia declara: “Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora” (Génesis 2:3Nueva Versión Internacional). Este versículo no contiene una ley para los hombres, más bien explica lo que Dios hizo en el séptimo día creativo. La Biblia no dice en ningún lugar que los siervos de Dios observaran el sábado antes del tiempo de Moisés.
Lo que algunos creen: Antes de recibir la ley de Moisés, los israelitas ya guardaban el sábado.
La verdad: Moisés dijo a los israelitas: “Jehová nuestro Dios celebró un pacto con nosotros en Horeb”, la región montañosa donde se encuentra el monte Sinaí. Este pacto incluía la ley del sábado (Deuteronomio 5:2, 12). Varias situaciones que se presentaron con relación al sábado demostraron que para los israelitas esa ley era totalmente nueva. Por ejemplo, si los israelitas hubieran observado la ley del sábado mientras estuvieron en Egipto, ¿por qué les habría dicho Dios que guardar el sábado les serviría para recordar que fueron liberados de Egipto? (Deuteronomio 5:15.) ¿Por qué se les tuvo que decir que no podían recoger maná en el séptimo día? (Éxodo 16:25-30.) Y, en el primer caso que se menciona en la Biblia de alguien que no cumplió la ley del sábado, ¿por qué no sabía el pueblo qué hacer con esa persona? (Números 15:32-36.)
Lo que algunos creen: La ley del sábado es un pacto perpetuo. Por eso, todavía hay que guardar un día de descanso semanal.
La verdad: Algunas traducciones de la Biblia dicen que el sábado es “un pacto perpetuo” (Éxodo 31:16Nueva Versión Internacional). Sin embargo, la palabra hebrea que se traduce por perpetuo también puede significar que “durará hasta tiempo indefinido”, no necesariamente para siempre. Este es el significado que tiene esta palabra cuando se habla, por ejemplo, del sacerdocio israelita, al que Dios puso fin hace unos dos mil años (Éxodo 40:15; Hebreos 7:11, 12).
Lo que algunos creen: Puesto que Jesús guardó el sábado, los cristianos también tienen que hacerlo.
La verdad: Jesús observó la ley del sábado porque, al ser judío de nacimiento, estaba obligado a obedecer la Ley de Moisés (Gálatas 4:4). Cuando Jesús murió, dicha Ley —que incluía el mandato de observar el sábado— fue cancelada (Colosenses 2:13, 14).
Lo que algunos creen: El apóstol Pablo continuó guardando el sábado una vez se hizo cristiano.
La verdad: Pablo entró en sinagogas en sábado, pero no para observar el sabbat con los judíos (Hechos 13:14; 17:1-3; 18:4). Lo hizo para predicar allí las buenas nuevas, pues según la costumbre de aquel tiempo, los judíos podían pedir a los visitantes que dirigieran unas palabras a los que estuvieran presentes (Hechos 13:15, 32). El apóstol Pablo predicaba “todos los días”, no solo los sábados (Hechos 17:17).
Lo que algunos creen: El día de descanso semanal para los cristianos es el domingo.
La verdad: La Biblia no dice que los cristianos tienen que dedicar el domingo (el primer día de la semana en el calendario judío) a descansar y a adorar a Dios. Para los primeros cristianos, el domingo era como cualquier día de la semana. Bajo la entrada “domingo”, la enciclopedia Encarta dice: “El emperador Constantino I lo instituyó como día de descanso consagrado al culto. A partir del siglo IV la legislación civil y eclesiástica reguló el trabajo y prescribió el culto”. *
Pero, ¿qué ocurre con los relatos de la Biblia que parecen indicar que el domingo era un día especial? Las Escrituras dicen que el apóstol Pablo tomó una comida con un grupo de cristianos “el primer día de la semana”, es decir, el domingo. Pero lo hizo, no porque el domingo fuera un día especial, sino porque se iba de viaje al día siguiente (Hechos 20:7). Asimismo, se les dijo a algunas congregaciones que apartaran cierta cantidad de dinero el “primer día de la semana” para ayudar a los necesitados. Sin embargo, esa instrucción era una simple sugerencia para administrar mejor el dinero. Estas donaciones se guardaban en casas particulares, no se llevaban a ningún lugar donde estuvieran todos reunidos (1 Corintios 16:1, 2).
Lo que algunos creen: Está mal dedicar un día a la semana para solamente descansar y adorar a Dios.
La verdad: La Biblia deja que cada persona decida lo que va a hacer (Romanos 14:5).

lunes, 20 de junio de 2016

¿Deberíamos adorar imágenes?

La respuesta que da la Biblia

No. Hablando de las leyes que Dios le dio a la nación israelita, una enciclopedia católica señala: “Queda patente, por diversos relatos bíblicos, que la adoración verdadera de Dios carecía por completo de imágenes” (New Catholic Encyclopedia). Examinemos algunos versículos bíblicos.
  • En Éxodo 20:4, 5 leemos: “No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra. No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas, porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva”. En vista de que Dios “exige devoción exclusiva”, está claro que a él no le agrada que la gente venere imágenes, iconos, pinturas, estampas, esculturas, símbolos o ídolos.
  • En Isaías 42:8, Dios dice: “Mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas” (Scío de San Miguel, segunda edición, ortografía actualizada). Así que Dios no quiere que usemos imágenes para alabarlo. Cuando los israelitas hicieron un becerro de oro para adorar a Dios, él mismo dijo que habían cometido “un terrible pecado” (Éxodo 32:7-9La Palabra de Dios para Todos).
  • En Hechos 17:29 dice: “No debemos imaginarnos que el Ser Divino sea semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre”. En el paganismo se ha adorado al “Ser Divino” con imágenes que han sido producto del “arte e ingenio del hombre”. Pero, como dice la Biblia, los verdaderos cristianos “andamos por fe, no por vista” (2 Corintios 5:7).
  • En 1 Juan 5:21 se nos manda: “Guárdense de los ídolos”. Así pues, al leer en la Biblia los mandatos que se les dieron tanto a Israel como a la congregación cristiana, vemos que la enseñanza de que hay que utilizar imágenes u otras representaciones para adorar a Dios es totalmente falsa.

viernes, 17 de junio de 2016

La fe

¿Qué es la fe?

LO QUE DICE LA GENTE.

Para muchos, las personas que tienen fe son las que aceptan sus creencias sin más, aunque no tengan pruebas. Por ejemplo, alguien religioso podría decir: “Creo en Dios”. Pero si se le preguntara por quécree en él, tal vez respondería que así lo criaron o que eso fue lo que le enseñaron. En casos así, podría parecer que hay poca diferencia entre tener fe y ser una persona crédula.

LO QUE ENSEÑA LA BIBLIA.

“Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Hebreos 11:1). Para estar seguro de que lo que uno espera se realizará, se necesitan razones de peso que lo garanticen. De hecho, en el idioma original, la expresión que se traduce “expectativa segura” significa más que un sentimiento interno o una mera ilusión. Así que la fe implica un convencimiento basado en pruebas.
“Porque las cualidades invisibles de él [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad” (Romanos 1:20).

¿Por qué es importante obtener fe?

LO QUE ENSEÑA LA BIBLIA.

“Sin fe es imposible serle de buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente” (Hebreos 11:6).
Como hemos dicho, muchas personas creen en Dios tan solo porque así las han educado. Tal vez digan que esa creencia fue parte de su crianza. Pero Dios quiere que todos los que lo adoran estén convencidos de que él existe y de que los ama. Por esta razón, la Biblia recalca la importancia de esforzarse por buscarlo, para llegar a conocerlo bien.
“Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8).

 ¿Cómo puede usted obtener fe?

LO QUE ENSEÑA LA BIBLIA.

“La fe sigue a lo oído” (Romanos 10:17). Así que el primer paso para edificar nuestra fe en Dios es “oír” lo que la Biblia dice sobre él (2 Timoteo 3:16). Estudiar la Biblia lo ayudará a encontrar las respuestas a preguntas importantes como: “¿Quién es Dios? ¿Qué pruebas hay de que existe? ¿Se interesa por mí? ¿Qué se propone hacer Dios en el futuro?”.
Un hombre observa una mariposa
Por todas partes encontramos pruebas de que Dios existe.
Los Testigos estaremos encantados de ayudarlo a estudiar la Biblia. Como se afirma en nuestro sitio de Internet: “Los testigos de Jehová nos complacemos en enseñarles la Biblia a las personas, y no las obligamos a convertirse en un miembro de la congregación. Más bien, les explicamos respetuosamente lo que la Biblia enseña, sin olvidar que ellas tienen derecho a decidir en qué creer”.
En resumen, su fe debe basarse en pruebas que usted haya observado, a la vez que se asegura de que lo que lee en la Biblia es cierto. Si así lo hace, seguirá el ejemplo de personas que estudiaron la Biblia en el primer siglo, quienes “recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así” (Hechos 17:11).
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).

jueves, 16 de junio de 2016

¿Cuál es el sentido de la vida?

La respuesta que da la Biblia

Esta cuestión puede plantearse de distintas formas. Tal vez alguien se pregunte: “¿Por qué estamos aquí?” o “¿Qué propósito tiene la vida?”. La Biblia indica que nuestro propósito en la vida es llegar a ser amigos de Dios. Para comprender mejor este asunto, veamos algunas verdades fundamentales que revelan las Escrituras.
  • Dios es nuestro Creador. La Biblia dice: “Es [Dios] quien nos ha hecho, y no nosotros mismos” (Salmo 100:3; Revelación [Apocalipsis] 4:11).
  • El Creador tiene un propósito para todo lo que ha hecho, incluida la humanidad (Isaías 45:18).
  • Dios nos creó con una “necesidad espiritual”, la cual incluye el deseo de hallarle sentido a la vida (Mateo 5:3). Él quiere que satisfagamos ese anhelo (Salmo 145:16).
  • Satisfacemos nuestra necesidad espiritual cuando nos esforzamos por conocer a Dios y ser sus amigos, algo que no está fuera de nuestro alcance. De hecho, la Biblia nos hace esta invitación: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8;2:23).
  • A fin de ser amigos de Dios, debemos cumplir con el propósito para el cual nos creó. La Biblia deja claro cuál es ese propósito: “Para esto fue creado el hombre: para temer y amar a Dios y obedecer sus mandatos” (Eclesiastés 12:13, versión de Ángel Sánchez, nota; lenguaje actualizado).
  • En el futuro, cuando Dios elimine el sufrimiento y conceda vida eterna a todos sus amigos —aquellos que le sirven con lealtad—, se verá totalmente cumplido el propósito de Dios para la humanidad (Salmo 37:10, 11).