¿Alguna vez ha sido usted o un miembro de su familia víctima de un acto de violencia? ¿Teme que le vaya a ocurrir? Se ha dicho que la violencia “es un problema de salud pública fundamental y creciente en todo el mundo”. Veamos algunos ejemplos.
VIOLENCIA SEXUAL Y DOMÉSTICA. Según un informe de las Naciones Unidas, “una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida”. Lamentablemente, “se calcula que a nivel mundial, una de cada cinco mujeres se convertirá en víctima de violación o intento de violación”.
VIOLENCIA CALLEJERA. Se cree que en Estados Unidos hay más de treinta mil bandas y pandillas violentas que están activas. Y en Latinoamérica, aproximadamente una de cada tres personas ha sido víctima de un delito con violencia.
HOMICIDIOS. Se calcula que tan solo en el 2012, casi medio millón de personas fueron asesinadas por todo el mundo, superando la cantidad de las que murieron en guerras. Centroamérica y los países del sur de África tuvieron las mayores tasas de asesinatos, más de cuatro veces el promedio mundial. En Latinoamérica, más de cien mil personas fueron asesinadas en un año, unas cincuenta mil tan solo en Brasil. ¿Habrá alguna solución definitiva a tanta violencia?
¿SE PUEDE ACABAR CON LA VIOLENCIA?
¿Por qué está tan extendida la violencia? Por muchas razones, entre ellas las desigualdades sociales y económicas, el desprecio general por la vida ajena, las drogas, el abuso del alcohol, la exposición durante la infancia al comportamiento violento de los adultos y el hecho de que los delincuentes violentos actúen con aparente impunidad.
Hay que reconocer que en algunas partes del mundo se ha logrado reducir la violencia. Por ejemplo, la ciudad brasileña de São Paulo, que tiene una densidad de población muy alta, ha visto disminuir la cantidad de homicidios en un 80% en la última década. Aun así, en esa ciudad abunda la violencia de todo tipo, y la tasa de homicidios sigue siendo de unos diez por cada 100.000 habitantes. Entonces, ¿qué hace falta para acabar con la violencia de una vez por todas?
Sin duda, para solucionar definitivamente el problema de la violencia, hay que involucrar a la gente, pues entran en juego su actitud y conducta. Las personas violentas deben abandonar el orgullo, la codicia y el egoísmo para ser personas que amen y respeten a los demás, y se preocupen por ellos.
¿Qué puede motivar a una persona a hacer semejantes cambios? Analice lo que enseña la Biblia:
- “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3).
El amor a Dios y el temor a desagradarle son fuerzas tan motivadoras que hacen que hasta personas violentas cambien su vida, pero no de forma superficial sino hasta el punto de transformar su personalidad por completo. Pero ¿en serio es posible?
Pongamos por caso a Álex, * quien ha pasado los últimos diecinueve años en el sistema penitenciario de Brasil por varios delitos con violencia. Se hizo testigo de Jehová en el año 2000, después de estudiar la Biblia. ¿De veras ha cambiado su comportamiento? Sí, y además, Álex lamenta muchísimo todo lo que hizo. Él mismo dice: “He llegado a amar a Dios por permitirme sentir que realmente me ha perdonado. La gratitud y el amor que siento por Jehová me han ayudado a cambiar mi manera de ser”.
César, también de Brasil, por quince años participó en asaltos y robos a mano armada. ¿Qué lo hizo cambiar? Mientras estaba preso, lo visitaron los testigos de Jehová y, al igual que Álex, aceptó estudiar la Biblia. “Por primera vez sentí que la vida tenía propósito —cuenta él—. Aprendí a amar a Jehová y a temerle, es decir, a tener un temor sano a volver a hacer lo malo y entristecerlo. Me había mostrado tanta bondad que no quería ser desagradecido. El amor y ese temor sano me hicieron cambiar”.
¿Qué indican estos ejemplos? Que la Biblia tiene el poder de transformar profundamente la vida de las personas al cambiar su manera de pensar (Efesios 4:23). Álex, mencionado antes, dice: “Estudiar la Biblia fue como recibir un baño de agua limpia. Poco a poco, lo que aprendía iba purificando mis malos pensamientos. Nunca pensé que lo conseguiría”. En efecto, cuando llenamos nuestra mente con el mensaje puro de la Biblia, nos limpiamos de toda mancha de maldad. La Palabra de Dios tiene el poder de limpiarnos a ese grado (Efesios 5:26). Como resultado, hasta individuos crueles y egoístas pueden convertirse en personas amables y pacíficas (Romanos 12:18). Y al poner en práctica los principios bíblicos, llevan vidas tranquilas (Isaías 48:18).
Los más de ocho millones de testigos de Jehová que hay en 240 países y territorios han hallado el secreto para acabar con la violencia. Aunque son de todas las razas y provienen de todos los niveles sociales, han aprendido a amar y temer a Dios. También han aprendido a amarse entre sí y a vivir en paz como una familia mundial unida (1 Pedro 4:8). Son una prueba viviente de que un mundo sin violencia es posible.
SE ACERCA EL FIN DE LA VIOLENCIA
La Biblia promete que dentro de poco Dios limpiará la Tierra de toda maldad. El mundo violento que conocemos está a la espera del “día del juicio [de Jehová] y de la destrucción de los hombres impíos” o malvados (2 Pedro 3:5-7). Ya no habrá quien haga sufrir a otras personas. Pero ¿cómo podemos estar seguros de que Dios quiere intervenir y eliminar la violencia?
La Biblia dice que Jehová “odia a cualquiera que ama la violencia” (Salmo 11:5). Nuestro Creador ama la paz y la justicia (Salmo 33:5;37:28). Eso nos garantiza que Dios no tolerará la violencia para siempre.
No hay duda. Pronto habrá un nuevo mundo en el que reinará la paz (Salmo 37:11; 72:14). ¿No le gustaría investigar más para saber qué debe hacer usted para vivir en ese mundo sin violencia?
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