viernes, 29 de julio de 2016

¿Necesitan los cristianos santuarios para adorar a Dios?

TODOS los años más de seis millones de personas visitan un apartado bosque de cedros de la península de Shima, en Japón. Su destino es el Gran Santuario de Ise, donde se adora desde hace unos dos mil años a Amaterasu Omikami, la diosa sintoísta del Sol. Al llegar, los peregrinos se purifican lavándose las manos y la boca. Después, de pie ante el haiden (oratorio), continúan con el ritual: hacen una reverencia, dan palmadas y rezan a la diosa. * El sintoísmo permite a sus fieles practicar otras religiones. A su vez, hay budistas, cristianos y gente de otras confesiones que no ven ningún problema en practicar rituales sintoístas en este santuario.
Muchas de las grandes religiones tienen santuarios, y millones de fieles los visitan. * En los países considerados cristianos, abundan las iglesias y capillas dedicadas a Jesús, a María y a los santos. También hay santuarios en lugares donde se cree que ocurrieron sucesos de la Biblia o “milagros” más recientes, y en sitios donde se guardan reliquias. Muchas personas acuden a estos lugares convencidas de que sus oraciones serán escuchadas por ofrecerse en un lugar sagrado. Y hay quienes realizan largas peregrinaciones hasta alguno de estos santuarios para demostrar la profundidad de su fe.

Visitantes en el Gran Santuario de Ise, en Japón, y en la Gruta de la Virgen de Lourdes, en Francia

Visitantes en el Gran Santuario de Ise (Japón) y en la Gruta de la Virgen de Lourdes (Francia)
¿Habrá que orar en un santuario para que nuestras oraciones sean escuchadas y respondidas? ¿Le agradarán a Dios las peregrinaciones que se hacen a estos lugares? Más importante aún: ¿deberían los cristianos adorar a Dios en santuarios? La respuesta a estas preguntas nos indicará cómo debemos ver la adoración en santuarios y cómo quiere Dios que lo adoremos.

“CON ESPÍRITU Y CON VERDAD”


Jesús habla con la mujer samaritana junto al pozo de agua

¿Qué significan las palabras de Jesús de que debemos adorar “con espíritu y con verdad”?
La conversación que mantuvo Jesús con una mujer samaritana revela lo que Dios piensa sobre la adoración en lugares sagrados o santuarios. Viajando por Samaria, Jesús se detuvo a descansar junto a un pozo cerca de la ciudad de Sicar. Empezó a conversar con una mujer que fue a sacar agua. Durante la conversación, la mujer le señaló una de las mayores diferencias entre judíos y samaritanos: “Nuestros antepasados adoraron en esta montaña; pero ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (Juan 4:5-9, 20).
 La mujer se refería al monte Guerizim, situado a 50 kilómetros (30 millas) al norte de Jerusalén. En aquel lugar, los samaritanos habían tenido un templo en el que habían celebrado fiestas como la Pascua. Sin embargo, en vez de centrarse en aquella diferencia, Jesús le dijo: “Créeme, mujer: La hora viene cuando ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre” (Juan 4:21). ¡Qué comentario tan sorprendente, sobre todo viniendo de un judío! ¿Por qué se dejaría de adorar a Dios en su mismísimo templo?
Además, Jesús le dijo: “La hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren” (Juan 4:23). Durante muchos siglos, el impresionante templo de Jerusalén había sido el centro de adoración de los judíos. Viajaban allí tres veces al año para hacer sacrificios a su Dios, Jehová (Éxodo 23:14-17). Sin embargo, Jesús afirmó que todo aquello iba a cambiar, que los verdaderos siervos de Dios lo adorarían “con espíritu y con verdad”.
Aquel templo era un edificio situado en un lugar geográfico específico. Pero el espíritu y la verdad no son cosas materiales y no están limitados a un lugar físico. Por lo tanto, Jesús explicó que la adoración verdadera no dependería de ningún lugar ni de ningún edificio; ya se tratara del monte Guerizim, del templo de Jerusalén o de cualquier otro lugar sagrado.
En aquella conversación con la mujer samaritana, Jesús también dijo que venía “la hora” de aquel cambio en la adoración a Dios. Esa hora vino cuando, al sacrificar su vida, Jesús dio por terminado el sistema de adoración judío que se basaba en la ley de Moisés (Romanos 10:4). Pero ¿por qué dijo “ahora es”? Porque él, al ser el Mesías, ya estaba escogiendo a los discípulos que obedecerían lo que dijo después: “Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad” (Juan 4:24). Entonces, ¿qué significa adorar con espíritu y con verdad?
Cuando Jesús dijo que había que adorar con espíritu no se refería a una adoración caracterizada por el exceso de entusiasmo. Más bien, se refería a la guía que da el espíritu santo de Dios, y que, entre otras cosas, nos ayuda a entender las  Escrituras (1 Corintios 2:9-12). Y la verdad a la que se refirió es el conocimiento exacto de las enseñanzas bíblicas. Por lo tanto, el lugar donde adoremos a Dios no es lo importante. Nuestra adoración solo le complacerá si concuerda con lo que dice la Biblia y obedece la guía del espíritu santo.

LOS SANTUARIOS Y LOS CRISTIANOS

¿Cómo deberían ver los cristianos las peregrinaciones a los santuarios y la veneración en estos lugares? En vista de las palabras de Jesús de que los verdaderos siervos de Dios lo adoran con espíritu y verdad, adorarlo en un santuario o en un lugar sagrado no tiene valor para él. Además, la Biblia nos explica lo que Dios piensa de la adoración de imágenes, pues dice: “Huyan de la idolatría” y “guárdense de los ídolos” (1 Corintios 10:14; 1 Juan 5:21). De modo que los cristianos verdaderos no deberían adorar a Dios en ningún lugar que se considere santo ni que promueva la idolatría. Como ese es precisamente el propósito de los santuarios, los verdaderos cristianos no adoran a Dios en ellos.
Esto no quiere decir que la Biblia prohíba tener un lugar favorito en el que orar, estudiar o meditar. Un lugar tranquilo y digno donde reunirse contribuye a aprender y a hablar de temas espirituales. Tampoco hay nada de malo en poner lápidas en memoria de nuestros seres queridos. Tal vez solo sean manifestaciones de cariño y recuerdo por los que murieron. Pero considerar ese sitio como un lugar sagrado, oadorar imágenes o reliquias en él, es lo opuesto a lo que enseñó Jesús.
Así que usted no necesita ir a un santuario para que sus oraciones tengan más probabilidades de que Dios las escuche. Tampoco lo va a bendecir de manera especial por peregrinar a alguno de ellos. La Biblia enseña que Jehová, el “Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos de manos”. Pero no crea que Dios es alguien distante. Podemos orarle, y él nos oye estemos donde estemos, pues “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:24-27).

jueves, 28 de julio de 2016

La comparación más útil de su vida

UNO de cada tres habitantes del planeta, es decir, más de dos mil millones de personas, afirma ser seguidor de Cristo. ¿Es usted uno de ellos? En la actualidad existen miles de confesiones religiosas llamadas cristianas, pero que enseñan doctrinas opuestas y tienen puntos de vista diferentes. Quizás lo que usted cree sea muy distinto de lo que creen otras personas que también se consideran cristianas. ¿Importa tanto lo que crea? Lo cierto es que sí, si lo que usted desea es practicar el cristianismo del que habla la Biblia.
A los primeros seguidores de Jesucristo se les llamó cristianos (Hechos 11:26). Como solo había una fe cristiana, no hacían falta otros nombres para identificarlos. Los cristianos seguían unidamente las enseñanzas y mandatos del fundador del cristianismo, Cristo Jesús. Y en la iglesia a la que usted pertenece, ¿se enseña lo que Cristo enseñó y lo que sus primeros seguidores creían? ¿Qué puede hacer usted para estar seguro? Solo hay una manera de asegurarse, y es comparando lo que se enseña en su iglesia con lo que dice la Biblia.
Piense esto: Jesucristo sentía un profundo respeto por las Escrituras porque las consideraba la Palabra de Dios. Él no veía con buenos ojos a quienes suavizaban las enseñanzas bíblicas para  darles prioridad a las tradiciones humanas (Marcos 7:9-13). Con toda seguridad, pues, podemos decir que los verdaderos discípulos de Cristo basaban sus creencias en la Biblia. Así que todo aquel que desee servir a Cristo debería preguntarse: “¿Están las enseñanzas de mi religión de acuerdo con la Biblia?”. Para poder responder a esta pregunta, ¿por qué no compara las doctrinas de su iglesia con lo que dice la Biblia?
Jesús dijo que nuestra adoración a Dios debe basarse en la verdad, en la verdad que se encuentra en la Biblia (Juan 4:24; 17:17). Por su parte, el apóstol Pablo dijo que nuestra salvación depende de que obtengamos “un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:4). De ahí que sea imprescindible que basemos nuestras creencias en el conocimiento exacto de la verdad, que está en Biblia. Nuestra salvación está en juego.

CÓMO COMPARAR NUESTRAS CREENCIAS CON LA BIBLIA

Lo animamos a leer las seis preguntas del recuadro y la respuesta que da la Biblia a cada una de ellas. Lea los textos citados y piense en las respuestas que se dan. Luego pregúntese: “¿Coincide lo que enseña mi religión con lo que dice la Biblia?”.
Este breve análisis lo ayudará a realizar la comparación más útil que usted pueda hacer en su vida. ¿Le gustaría comparar otras enseñanzas de su iglesia con lo que dice la Biblia? Los testigos de Jehová pueden ayudarlo a examinar la verdad de las Escrituras. ¿Por qué no les pide un curso bíblico gratuito, o entra en el sitio de Internet, jw.org?

lunes, 25 de julio de 2016

Cómo hablar de sexo con su hijo

EL PROBLEMA

Un niño mira diferentes formas de obtener información: la Biblia, un libro y dispositivos electrónicos
Hasta hace pocas décadas, los padres tenían más probabilidades de ser los primeros en hablar de sexo con sus hijos. Además, podían explicarles ese tema poco a poco, según las necesidades y la edad del niño.
Ahora todo es muy diferente. “Los niños están expuestos a mensajes de carácter sexual a una edad cada vez más temprana, y los programas infantiles tienen cada vez más contenido sexual”, menciona el libro The Lolita Effect. ¿Cómo afecta este cambio a los niños?

LO QUE DEBE SABER

El sexo está en todas partes. “Las conversaciones, las películas, los libros, las canciones, los anuncios y programas de televisión, los mensajes, los juegos, los carteles publicitarios, y las pantallas de teléfonos y computadoras están tan llenos de imágenes, lenguaje e insinuaciones de contenido sexual que muchos [adolescentes, preadolescentes y hasta niños] deben creer, quizás sin darse cuenta, que el sexo tiene que ser [...] lo más importante de la vida”, escribe Deborah Roffman en su libro Talk to Me First.
La publicidad tiene parte de la culpa. Los anunciantes y las tiendas venden ropa infantil provocativa, lo que hace que los niños aprendan a darle demasiada importancia a su aspecto desde muy pequeños. “Los comerciantes saben que los niños quieren ser aceptados por sus compañeros, por eso se aprovechan de esa debilidad —dice el libroSo Sexy So Soon—. Estas imágenes y productos con connotaciones sexuales no son para promocionar el sexo entre los niños, sino para motivarlos a comprar cosas nuevas”.
No basta con saber. Así como existe una diferencia entre saber cómo funciona un automóvil y ser un conductor responsable, no es lo mismo saber lo que es el sexo que usar ese conocimiento para tomar buenas decisiones.
Conclusión: Hoy, más que nunca, es muy necesario que ayude a sus hijos a entrenar sus “facultades perceptivas” para que puedan “distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Hebreos 5:14).

 LO QUE PUEDE HACER

Hable con su hijo. Aunque le resulte incómodo hablar de sexo con sus hijos, es su deber. Cumpla con él (texto bíblico clave: Proverbios 22:6).
Trate el tema poco a poco. Más que tener solo una conversación larga, aproveche diferentes momentos para sacar el tema, quizás mientras viajan en el automóvil o realizan alguna tarea en el hogar. Para que su hijo se exprese, en vez de preguntarle: “¿Te gustan ese tipo de anuncios?”, podría decirle: “¿Por qué piensas que usan este tipo de imágenes para promocionar sus productos?”. Y tras escuchar su respuesta, podría preguntarle: “¿Y tú qué piensas?” (texto bíblico clave: Deuteronomio 6:6, 7).
Tome en cuenta la edad del niño. Los niños en edad preescolar pueden aprender el nombre correcto de los órganos sexuales y cómo protegerse de los depredadores sexuales. A medida que crezcan, puede explicarles conceptos generales sobre la reproducción. Para cuando lleguen a la pubertad, deberían entender mejor los aspectos físicos y morales relacionados con el sexo.
Incúlquele valores. Primero, enséñele desde pequeño a ser honrado, íntegro y respetuoso. Así, cuando le hable de sexo, lo hará sobre un buen fundamento. Además, dígale claramente cuáles son sus valores. Por ejemplo, si usted no aprueba el sexo antes del matrimonio, dígaselo. Y explíquele por qué no está bien y cuáles son los peligros. “Es menos probable que un joven tenga relaciones sexuales si sabe que sus padres no las aprueban”, afirma el libroBeyond the Big Talk.
Ponga el ejemplo. Viva de acuerdo con lo que enseña. Pregúntese: “¿Me río con los chistes obscenos? ¿Me visto de manera provocativa? ¿Me gusta coquetear?”. Si así fuera, restaría importancia a los valores que trata de inculcar en sus hijos (texto bíblico clave: Romanos 2:21).
Sea positivo. Las relaciones sexuales son un regalo de Dios para los matrimonios, que puede proporcionarles mucho placer (Proverbios 5:18, 19). Dígale a su hijo que llegará el día en el que podrá disfrutar de ese regalo, y sin tener que pasar por las amarguras y angustias que sufren quienes tienen relaciones sin estar casados (1 Timoteo 1:18, 19).

jueves, 21 de julio de 2016

Cómo nos consuela Dios

El apóstol Pablo dijo que Jehová * es “el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación” (2 Corintios 1:3, 4). Con estas palabras, la Biblia asegura que Dios puede ayudarnos a todos y que, por terrible que sea una situación, nuestro Padre celestial puede consolarnos.
Claro, hay algo que debemos hacer si queremos que Dios nos consuele. Piense en esto: ¿cómo puede ayudarnos un médico si no le pedimos una cita? El profeta Amós hizo una pregunta parecida: “¿Andarán dos juntos a menos que se hayan encontrado por cita?” (Amós 3:3). Por eso, las Escrituras nos recomiendan: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8).
¿Cómo podemos estar seguros de que Dios se acercará a nosotros? En primer lugar, él mismo nos asegura una y otra vez que quiere ayudarnos (vea  el recuadro de la página siguiente). Y en segundo lugar, tenemos el testimonio confiable de personas a quienes Dios ha consolado en el pasado y en la actualidad.
El rey David, como tantas personas hoy, vivió muchas tragedias y buscó la ayuda de Dios. Le imploró: “Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti por ayuda”. ¿Le respondió Jehová? Sí, pues David añadió: “Me ha ayudado, de modo que mi corazón se alboroza” (Salmo 28:2, 7).

¿QUÉ PAPEL DESEMPEÑA JESÚS EN EL CONSUELO?

Dios quiso que Jesús tuviera un papel clave a la hora de dar consuelo. Entre otras cosas, Jehová le asignó “vendar a los quebrantados de corazón” y “consolar a todos los que están de duelo” (Isaías 61:1, 2). Tal como se había predicho, Jesús mostró especial interés por “todos los que se afanan y están cargados” (Mateo 11:28-30).
Jesús consolaba a la gente con buenos consejos, tratándola con amabilidad y, en algunos casos, hasta curando sus enfermedades. En cierta ocasión, un leproso le rogó: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”. Jesús se conmovió y le dijo: “Quiero. Sé limpio” (Marcos 1:40, 41). Y el leproso se curó.
 Aunque el Hijo de Dios ya no está en la Tierra, su Padre, “el Dios de todo consuelo”, sigue consolando a los que sufren (2 Corintios 1:3). ¿Cómo lo hace? Veamos cuatro formas principales.
  • La Biblia. “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4).
  • El espíritu santo. ¿Qué permitió a los cristianos disfrutar de un período de paz poco después de la muerte de Jesús? La Biblia dice que la congregación cristiana “andaba en el temor de Jehová y en el consuelo del espíritu santo” (Hechos 9:31). El espíritu santo o fuerza activa de Dios tiene muchísimo poder, y Dios puede emplearlo para consolar a cualquier persona en cualquier situación.
  • La oración. La Biblia dice: “No se inquieten por cosa alguna”. Y aconseja: “Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales” (Filipenses 4:6, 7).
  • La hermandad cristiana. Otros cristianos pueden ser verdaderos amigos a los que acudir en busca de consuelo. El apóstol Pablo describió a sus compañeros como “un socorro fortalecedor” en momentos de “necesidad y tribulación” (Colosenses 4:11;1 Tesalonicenses 3:7).
Dos testigos de Jehová consuelan a otro cristiano
Tal vez se pregunte si estas ayudas realmente funcionan. Examinemos más de cerca las historias de las personas mencionadas en el artículo anterior. Al igual que ellas, usted verá que Dios sigue cumpliendo esta hermosa promesa: “Como un hombre a quien su propia madre sigue consolando, así yo mismo seguiré consolándolos a ustedes” (Isaías 66:13).

martes, 19 de julio de 2016

Cómo adaptarse a los cambios

EL PROBLEMA

  • Por el trabajo de tu padre, tu familia debe mudarse lejos.
  • Tu mejor amiga se va a vivir a otra ciudad.
  • Tu hermano mayor se va a casar y se marcha.
¿Te adaptarías con facilidad a estos cambios?
Un árbol que se dobla por el viento
Los árboles que se doblan con el viento aguantan mejor las tormentas. Del mismo modo, tú puedes “doblarte” cuando llegan cambios sobre los que tienes poco o ningún control. Pero antes de ver cómo hacerlo, analicemos algunas cosas que debes saber sobre los cambios.

LO QUE DEBES SABER

Los cambios son inevitables. La Biblia reconoce una verdad fundamental sobre los seres humanos: “El tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” (Eclesiastés 9:11). Tarde o temprano, comprobarás lo ciertas que son estas palabras. Por supuesto, no todo lo inesperado es malo. Algunos cambios que al principio parecenmalos podrían acabar siendo buenos. Aun así, la mayoría de las personas se sienten cómodas con su rutina, con lo que conocen; mientras que los cambios, sean buenos o no, les causan ansiedad.
Para los adolescentes es especialmente difícil. ¿Por qué? “Ya estás experimentando cambios internos —comenta un joven llamado Alex—. * Los cambios externos no hacen más que aumentar el estrés”.
Otra razón es que, al enfrentarse a un cambio, los adultos ya cuentan con un “libro” lleno de experiencias que pueden consultar para ver qué hicieron en situaciones parecidas. Sin embargo, los jóvenes apenas tienen unas pocas páginas escritas.
Es posible adaptarse. La resiliencia es la capacidad para adaptarse a los cambios y superar las adversidades. Una persona con esta cualidad no solo aguanta las nuevas circunstancias, sino que también ve cómo sacar partido de las dificultades. Por esa razón, es menos probable que los jóvenes resilientes caigan en las drogas o el alcohol cuando se sienten abrumados.

 LO QUE PUEDES HACER

Acepta la realidad. Seguro que te gustaría tener el control de tu vida, pero eso es sencillamente imposible. Tus amigos se irán lejos o se casarán; tus hermanos crecerán y se marcharán de casa, o tu familia se mudará y tendrás que dejar atrás a tus amigos y todo lo que conoces. Es mejor aceptar la realidad que permitir que tus pensamientos negativos te abrumen (texto bíblico clave: Eclesiastés 7:10).
Mira al futuro. Pensar todo el tiempo en el pasado es como conducir por una autopista sin dejar de mirar al espejo retrovisor. Echar un vistazo atrás es bueno, pero debes concentrarte en la carretera, en lo que tienes delante de ti. Lo mismo ocurre cuando te enfrentas a los cambios. Intenta concentrarte en el futuro (Proverbios 4:25). Por ejemplo, ¿qué objetivo podrías ponerte para el próximo mes o para los próximos seis meses?
Concéntrate en lo positivo. “La resiliencia tiene que ver con la actitud —afirma una joven llamada Laura—. Búscale el lado bueno a tu situación actual”. ¿Puedes mencionar algo positivo de tus nuevas circunstancias? (texto bíblico clave: Eclesiastés 6:9).
Una mujer joven llamada Victoria recuerda que durante su adolescencia todos sus amigos se mudaron lejos. “Me sentía muy sola. Quería que las cosas fueran como antes —comenta—. Pero al mirar al pasado, siento que fue justo entonces cuando empecé a madurar. Me di cuenta de que crecer es cambiar y de que estaba rodeada de personas que podían llegar a ser mis amigos” (texto bíblico clave: Proverbios 27:10).
Pensar todo el tiempo en el pasado es como conducir por una autopista sin dejar de mirar al espejo retrovisor
Haz cosas por los demás. La Biblia nos dice cómo lograrlo: “No vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás” (Filipenses 2:4). Un buen antídoto contra nuestros propios desafíos es ayudar a los demás con los suyos. Anna, de 17 años, dice: “Al crecer, me di cuenta de que me sentía mucho mejor cuando ayudaba a alguien que estaba pasando por una situación igual o peor que la mía”.