¿TÚ QUÉ HARÍAS?
Imagina esta situación: es miércoles por la tarde. Geoff, de 17 años, ya ha terminado sus tareas y por fin es el momento de relajarse. ¡Se lo merece! Enciende la tele y se tira en su sillón favorito.
Entonces, su padre aparece por la puerta con cara de pocos amigos.
“¡Geoffrey! ¿Qué haces perdiendo el tiempo viendo la tele? ¿No deberías estar ayudando a tu hermano pequeño a hacer las tareas? ¡Nunca haces lo que se te manda!”.
“Ya empezamos”, dice Geoff entre dientes.
Su padre se acerca y le pregunta: “¿Qué dijiste?”.
“Nada, papá”, suspira Geoff poniendo mala cara.
Su padre está muy molesto. “¡A mí no me hables en ese tono!”, le dice.
Si fueras Geoff, ¿qué habrías hecho para evitar esta situación?
PÁRATE A PENSAR
Si vas conduciendo un vehículo y te encuentras la carretera cortada, buscas una ruta alternativa. De la misma manera, puedes buscar otras formas de comunicarte con tus padres.
POR EJEMPLO:
“Me cuesta comunicarme con mi padre —cuenta Leah—. A veces, después de un rato hablándole, me pregunta: ‘Perdona, ¿me decías algo?’”.
LEAH TIENE AL MENOS TRES OPCIONES
- Gritarle a su padre.Leah le dice gritando: “¡Escúchame! ¡Es importante!”.
- No hablar más del tema.Leah simplemente decide dejar de hablar con su padre del problema.
- Buscar otro momento para hablar.Leah habla con su padre más tarde o le escribe una carta explicándole el problema.
¿Qué opción le recomendarías a Leah?
PIENSA EN ESTO: El padre de Leah está pensando en otras cosas y no se ha dado cuenta de nada. Si Leah eligiera la opción A y le gritara, probablemente su padre no entendería por qué se pone así. Seguramente, Leah no conseguiría que la escuchara. Además, sería una falta de respeto a su padre (Efesios 6:2). Esta opción no es buena para ninguno de los dos.
Aunque la opción B es la más fácil, no es la más inteligente. ¿Por qué? Porque si quiere solucionar sus problemas, Leah tiene que hablar con su padre. Y él necesita saber qué le pasa para ayudarla. El silencio no consigue nada.
En cambio, con la opción C, Leah no permite que un obstáculo ponga fin a la conversación. Más bien, trata de hablar sobre el tema en otro momento. Y si decide escribir una carta a su padre, probablemente se sentirá mejor.
Escribir una carta puede ayudarle a Leah a explicarle bien a su padre lo que quiere decir. Cuando su padre lea la carta, entenderá mejor lo que le pasa. La opción C es buena para Leah y para su padre. Ya sea que hablen cara a cara o le escriba una carta, esta opción está de acuerdo con el consejo bíblico de seguir “tras las cosas que contribuyen a la paz” (Romanos 14:19).
¿Qué otras opciones tiene Leah?
Piensa en alguna otra opción y en cuál podría ser el resultado.
EXPRÉSATE CON CLARIDAD
Recuerda: lo que tú dices no siempre es lo que tus padres creen que has dicho.
POR EJEMPLO:
Tus padres te preguntan por qué estás de mal humor. Tú les respondes: “No quiero hablar de eso”.
Pero ellos puede que entiendan: “Ya no confío tanto en mis padres. Solo hablaré de mis problemas con mis amigos”.
Imagina que te enfrentas a un problema complicado y uno de tus padres quiere ayudarte, pero tú dices: “No te preocupes, puedo arreglármelas yo solo”.
- ¿Qué podrían entender tus padres?
- ¿Qué sería mejor que dijeras?
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